Tenía que suceder ¿Verdad? Tenía que ocurrir.
A pesar de que muchos escribieron sobre ello, que incluso se han realizado películas al respecto, todo no dejaba de ser simple ficción, productos de imaginaciones manifiestamente enfermas. Nadie sospechaba que todo aquello pudiera convertirse en un sinsentido tan real… hasta que los muertos abandonaron sus tumbas para perseguir por las calles a los vivos, a los que atrapaban y comían. Entonces ya no cabía albergar duda alguna.
Un horror, la verdad.
Y no resulta divertido. Yo estaba bastante tranquilo y relajado bajo tierra criando malvas cuando escuché la llamada y me vi obligado a gruñir como un idiota mientras trataba de romper el ataúd. ¡Ni que fuera tan fácil! Después tuve que escarbar la tierra. Algo particularmente lento y jodido. Trague un montón porque no podía cerrar la boca pero sentía un deseo irrefrenable por salir al exterior porque llegaba a mi olfato el olor a comida crujiente y apetitosa y también los gruñidos de otros muertos que como yo trataban de escapar de sus prisiones bajo tierra. Muchos lo logramos. ¿Y ahora qué?
¿Deambular como imbéciles con los miembros agarrotados buscando algo que echarse a la boca? ¿Y esto es divertido? Para mí no lo es.
Caminar entre muertos putrefactos que apestan más que la mierda no resulta demasiado agradable. Ver sus cuerpos desmoronándose, cayéndose a trozos mientras sientes el sonido de un hambre atroz y los oyes balbucear, como si quisieran pronunciar unas palabras que se ahogan en su garganta y se transforman en rugidos guturales propios de memos sin inteligencia, resulta lamentable. Imagino, al menos lo doy por hecho, que ellos pensarán de mí lo mismo que estoy pensando de los pobres desgraciados en los que nos hemos transformado. Contra nuestra voluntad, que conste.
Me gustaría encontrarme con uno de esos vivos valientes que salen a la calle para hacer frente al imperio infernal en el que nos hemos convertido con la esperanza de cargarse a unos cuentos de nosotros a palazos, reventándonos la cabeza a golpes aunque yo prefiero un tiro limpio atravesándome el cerebro, con agujero de entrada y agujero de salida. No me importa caer al suelo con cara de estúpido para que mi cuerpo se deshaga en el asfalto, siendo pasto de las ratas, porque éstas, cuando están hambrientas, le dan absolutamente a todo. Eso es mejor que seguir caminando, persiguiendo vivos asustados que corren despavoridos como demonios ya que es difícil atraparlos porque nosotros somos lentos y torpes y a ellos les ayuda el miedo a morir. Cuando por fin coges a alguno y parece que tienes la comida servida en la mesa, llegan otros compañeros y somos tantos a repartir que acabas teniendo más hambre que cuando te has levantado en este horror maldito y oscuro.
Y yo no pedí esto. El mundo se ha ido al garete y es que a mí eso ya me importa un pimiento. Estoy muerto y debería estar tumbado en la oscuridad, notando como mi cuerpo se pudre y los gusanos se alimentan de mis órganos. Y lo están haciendo, junto a esas moscas horribles que se posan en mi rostro y tratan de entrar por mi boca abierta. Es asqueroso. Repugnante.
En estos momentos nos dirigimos como una marabunta hacia un centro comercial donde se ha refugiado un nutrido grupo de apetitosos humanos. He escuchado un disparo. Me dirijo presuroso en esa dirección y trato de avanzar entre mis compañeros para ponerme a la cabeza de la horda. Más que el hambre me guía la esperanza de que la persona que ha disparado se fije en mí y me fría a balazos.
Levanto los brazos y uno de ellos cae al suelo. No me detengo para recogerlo, avanzo con premura y al observar en la azotea del centro comercial a un hombre asustado con un rifle entre sus temblorosas manos, trato de lanzar un grito desgarrador para llamar su atención.
Probablemente piense que de entre todos estos monstruos yo soy el más hambriento. No me importa, lo único que quiero es morir.
2 comentarios:
El próximo LUNES nos volveremos a encontrar con un nuevo cuento de terror.
He pasado del humor negro a un profundo pesar, no sé que me daría más miedo si zombis detrás corriendo o saber que estos tienen conciencia de sus actos.
:)
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