Estaba tendida en el suelo junto a una pesada puerta de acero, detrás de la jaula. Despedía un hedor desagradable y James sintió terribles ganas de vomitar pero hizo acopio de valor y fingió no sentir nauseas.
La tonalidad de su piel era grisácea, como la ceniza de un cigarrillo y tenía los brazos y las piernas tan delgados que se sorprendió cuando la criatura se incorporó y pudo mantenerse en pie. Parecía tan frágil y débil que tal vez bastaba un suave soplido para hacerla caer al suelo. En cambio, su cabeza era de unas dimensiones enormes y en ella destacaban dos grandes ojos almendrados de color negro. Parecía increíble, sino imposible, que un cuello tan diminuto pudiera soportar el peso de semejante cabeza.
La visión de la criatura resultaba siniestra e inquietante. No hacía ruido alguno pero permanecía inmóvil, con los ojos mirándolo fijamente y los brazos caídos, muy pegados al pequeño cuerpo. ¿Cuánto podría medir? Poco más de un metro veinte, quizá incluso menos.
No había rastro de vello en su piel, carecía de cejas y de orejas, su nariz era tan diminuta que apenas resultaba perceptible y su boca… su boca era una simple hendidura, como un pequeño trazo, una raya de apenas unos centímetros.
James colocó las manos sobre los barrotes de la jaula con cierta tensión. Al menor movimiento, si la criatura hacía un solo gesto, las apartaría inmediatamente para evitar el contacto. Aún recordaba cuando por un descuido sus cuerpos se habían rozado. Estaba frío como el hielo y ahora tenía una quemadura en el brazo, fruto del impacto. Miró a su compañero y lo vio tendido en el suelo. No podía entender cómo era posible que teniendo una inteligencia de otro mundo frente a ellos no se quedara como él fascinando, observándola, intentando capturar en sus retinas todos y cada uno de los detalles.
-Scott, ¿Estás dormido?
-No.-respondió su amigo.-Pero no quiero mirar esa cosa. Me da miedo.
-Es terrible, lo sé pero parece que él siente la misma curiosidad por nosotros.
-¡Los cojones!.-levantó la voz Scott.-Ese monstruo…
-¿Qué crees que comerá?.-preguntó James completamente seducido por la presencia del ser.
-¿Estás de broma o se te ha ido la cabeza?
-¿Será vegetariano?
-¿Tú eres idiota?
-No tío, me parece muy interesante conocer todos los detalles. Tal vez coma moscas y cosas de esas, ¿No crees?
-¡Vamos tío!.-vociferó Scott haciendo aspavientos con las manos a la vez que se levantaba y miraba a su alrededor.-¿Acaso no ves dónde estamos?
-Sí, en una jaula.-musitó James.
-¡Exacto!, es más, yo sería mucho más claro. ¡Estamos DENTRO de una jaula! ¿Y todavía te preguntas qué cojones come esa puta cosa? Porque yo lo tengo muy claro. ¡Personas, tío, esa cosa come personas!
-Ya, bueno, es una opción.
-¡Tú eres tonto!
-¿Te has fijado cómo nos mira? Me parece una criatura hermosa.
-Sé te ha ido la cabeza, amigo.-exclamó Scott aturdido.-No tengo ninguna duda de que estás completamente loco.
James apenas había escuchado las palabras de su amigo, estaba ensimismado contemplando a la criatura, que parecía sentir un desmedido interés hacía él, como si Scott no existiera en aquél momento, como si no estuviera con él encerrado en la jaula desde hacía tres días y eso le hizo sentir especial, diferente y único. Aquellos ojos tan grandes y oscuros lo estaban taladrando y se sintió atraído hacia la naturaleza desconocida que desprendía el cuerpo de la criatura.
-Tío, estamos en una situación privilegiada.-acabó diciendo James, convencido de sus palabras.-Esto es algo único. Somos prisioneros de una entidad desconocida, probablemente extraterrestre y…
James dejó de hablar de inmediato y se apartó rápidamente de los barrotes. Giró la cabeza un momento para mirar a su amigo. Scott lo notó pálido, completamente asustado y después lo vio mirar de nuevo hacia la criatura. El bicho no se había movido ni lo más mínimo, se mantenía completamente inmóvil, observando todo con extremo detalle pero sin mostrar movimiento alguno, salvo en sus ojos almendrados, cuya oscuridad se agitaba de un lado a otro, como dos grandes agujeros negros. Scott volvió a contemplar a su amigo, que caminaba hacia atrás hasta que su espalda quedó pegada a los barrotes. Parecía que quería poner distancia entre él y la criatura…
…pero no había sitio hacia el que escapar.
Temblaba demasiado y sudaba en abundancia. James parecía estar siendo preso de un ataque y Scott, asustado, no sé atrevió a socorrerlo. Entonces vio que los movimientos espasmódicos de los brazos y piernas de su amigo se detuvieron de inmediato y su cabeza se inclinó hacia delante. Después, inmovilidad total.
Scott se pasó la mano por los cabellos y contempló unos instantes a la criatura. Ya se había acostumbrado a su nauseabundo hedor y al contemplar aquellos enormes ojos oscuros sintió un estremecimiento que sacudió todo su cuerpo. En ese momento, escuchó la voz de su compañero.
-Esa cosa…
Scott miró a James y lo vio completamente desnudo. Su ropa yacía junto a sus piernas, en el suelo, hecha un ovillo. El rostro de James se había cubierto de arrugas horribles, como si hubiera envejecido prematuramente. Tenía los brazos completamente rígidos y los dedos de sus manos estaban agarrotados, como si fueran las garras de un monstruo horrible.
-¿Qué te ocurre?.-preguntó Scott con apenas un hilo de voz.
James se orinó encima como única respuesta. Giró su cabeza y lo miró directamente. Scott sintió un miedo atroz estrujando sus propias entrañas.
-Esa cosa....-repitió James.-se ha metido dentro de mi cabeza.
-¿Qué estás diciendo?
-¿No escuchas cómo me habla? ¿No oyes lo que me está pidiendo?
James comenzó a avanzar hacia su amigo, ante la paciente visión de la criatura.
-Quiere que te coma.
-¿Qué?
-Me ordena que te devore.
-¿Cómo?
-Me está diciendo que te coma, Scott, y tengo que hacerlo.
James se fue acercando lentamente hacia su amigo, con la mirada perdida, casi con los ojos en blanco mientras su cuerpo temblaba, como si fuera un drogadicto que no soportaba el mono por más tiempo. El tono de su voz le hacía entender que parecía confuso y Scott se asustó. Miró de soslayo a la criatura pero ésta seguía en la misma posición, totalmente quieta, observando la escena con una mezcla de entusiasmo e interés.
Scott retrocedió hasta que la propia jaula le impidió mayores movimientos y se dispuso a luchar contra su amigo. Se vio sorprendido cuando James saltó hacia él con una agilidad pasmosa y lo lanzó al suelo. Se colocó encima de su pecho. Scott pataleó y golpeó la cabeza de su amigo pero James solamente gruñía y escupía sonidos con su boca sin que semejantes ruidos acabaran en convertirse en palabras concretas.
Scott gritó de dolor cuando la boca de James, abierta hasta dimensiones extraordinarias, se acercó tanto a su garganta que temió que se la arrancara de cuajo en ese mismo instante.
Al otro lado de la puerta de hierro, en una sala contigua, un grupo de personas observaban la escena con bastante indiferencia a través de unos monitores. Alguien entró por una puerta cercana y todos los presentes se giraron. Apareció un hombre vestido con una bata blanca, idéntica a la que tenían los hombres que contemplaban la espeluznante secuencia a través de las pequeñas pantallas.
-¡Detened el experimento inmediatamente!
-¿Por qué? ¿Qué es lo que sucede?.-preguntó un hombre con el rostro cubierto por una barba gris mientras se quitaba de los ojos unas pequeñas gafas.
-Lo que nos temíamos ha sucedido, han cumplido su amenaza-dijo el doctor que había llegado. Tras pronunciar esas palabras, varios hombres uniformados aparecieron por la puerta y ante la sorpresa de todos, entraron en la habitación donde se encontraba la jaula.
La puerta de hierro se abrió con un chirrido inquietante. El primer militar que entró se acercó a la criatura gris y le disparó un tiro en la cabeza sin dudarlo un solo instante. El misterioso ser se derrumbó y cayó al suelo. Sus ojos se habían vuelto del revés y ahora eran completamente blancos. Su delgado cuerpo se agitó unos instantes presa de las convulsiones hasta que quedó completamente rígido. De su cabeza, a través del agujero creado por la bala, emanaba una sustancia muy espesa de color amarillo que despedía un desagradable olor.
Los soldados miraron hacia el interior de la jaula.
El cuerpo de Scott yacía completamente destrozado y mutilado, apenas resultaba reconocible mientras James permanecía en un extremo, sollozando, completamente manchado de sangre. Tenía la cabeza oculta bajo sus brazos y se balanceaba de un lado a otro mientras balbuceaba. Apenas se le entendía, hasta que sus guturales sonidos lograron convertirse en una pregunta que repetía una y otra vez:
-¿Están aquí, verdad? Han venido a por todos nosotros…
De algún modo él lo sabía. Los militares se retiraron apesadumbrados sabiendo que la situación no pintaba nada bien. Los científicos observaban aterrorizados el final de su experimento y algunos de ellos quedaban consternados al contemplar a la criatura muerta, como si James y Scott en realidad no importaran nada.
El doctor que había irrumpido en mitad del experimento observó el amasijo de carne en el que se había convertido Scott y después echó un vistazo a James, que seguía meciéndose de un lado a otro mientras lloraba desconsoladamente, como si en realidad fuera consciente de lo que había hecho.
-¿Qué ha sucedido?.-preguntó el hombre de la barba negra.-¿Por qué has venido para detener el experimento? Lo estábamos consiguiendo, ¿Sabes? La criatura se estaba comunicando y…
-Ya no importa.
-¿Qué quieres decir?
El doctor miró a su colega con los ojos cargados por una pesada tristeza y las lágrimas irrumpieron de improvisto. El temblor en la voz delató su preocupación.
-Han llegado en enormes naves y están arrasando todas las ciudades.
-¿Cómo?
-Nos están aniquilando. Todos los países caen. La destrucción es masiva. Se ha desatado un horror ahí fuera. No hay escapatoria.
-Pero…
-Solo han respetado China.
-¿China? ¿Por qué a ellos? Nosotros teníamos un trato. Accedimos a la petición de los rusos…
-Rusia ya no existe. Fueron los primeros. De hecho han desaparecido prácticamente todos los países. Las ciudades han quedado derruidas, hay millones de muertos y ahora vienen a por nosotros…
-Tal vez los chinos rompieron el acuerdo y devolvieron sus especimenes…
-Tal vez, no lo sé.-dijo el doctor con el rostro hundido por la desesperación.-ya no es importante. Esto es el final.
Las explosiones se sucedieron en el exterior y el edificio se tambaleó hasta agrietarse. Los gritos de los científicos fueron apagados cuando nuevas explosiones y una cantidad enorme de escombros cayeron sobre sus cuerpos para aplastarlos.
Tiempo después aparecerían varias criaturas grises para comprobar si había supervivientes. Encontrarían el cuerpo ejecutado de uno de su especie y también a un hombre desnudo meciéndose en el interior de una jaula, mientras entonaba una canción cuya envolvente melodía resultaba aborrecible y siniestra.
1 comentario:
Esperemos que no sea una premonición.
escribes como si lo vieses, y pone los pelos de punta.
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