PRIMERAS NAVIDADES

Todo estaba preparado.

Aquellas Navidades iban a ser las mejores para él y su familia. Sus hijos iban a disfrutar con los regalos que les había comprado y su esposa, su atractiva y paciente esposa, iba a ser tratada como una reina.

Estaba emocionado. Eran la primera Noche Buena con su familia, los años anteriores había estado trabajando, el negocio iba mal pero por culpa de su trabajo había estado a punto de perder la estabilidad familiar y aquel año iba a ser completamente diferente. Tras dejar la oficina había alquilado un traje de Papa Noel y conducía por la carretera disfrazado mientras contemplaba a su lado un saco enorme, de color rojo, en el que había metido algunos de los regalos para sus hijos y mujer.

Deseaba que llegara el momento. Ver la cara de sus hijos, la ilusión en sus ojos, la sonrisa de su esposa. Todo debía ser perfecto. Había mantenido en secreto toda la sorpresa. Todos pensaban que un año más iba a quedarse en el trabajo. Antes de salir de la oficina había llamado a su mujer para desearle una buena noche y antes de despedirse le había dicho:

“Voy a cenar, cuando escuches el claxon tres veces, saca a los niños al jardín”

Y había colgado, sabiendo que su mujer quedaría confusa y extrañada. Pero ésa era su idea. Se lo comunicaría a sus hijos y todos estarían expectantes. Cuando se aproximara tocaría la bocina tres veces y al ver a su familia en el jardín, todos verían salir a Papa Noel del coche, con movimientos graciosos que previamente había ensayado y con un saco lleno de regalos y sorpresas.

En ese mismo momento, cuando los ojos de su mujer se llenaran de lágrimas, cuando las amplias sonrisas cubrieran el rostro de sus hijos, en ese mismo momento, un grupo de payasos que había contratado aparecerían en el jardín portando más regalos. Pero eso no era todo.

La música no podía faltar y un repertorio completo, dedicado a su preciosa mujer, irrumpiría sin mayor demora adornando aquella envidiable escena.

¡Era Navidad!
¡Las primeras con su familia!

Todo estaba perfectamente organizado. Todo saldría bien. Nada podía fallar. Iban a ser las mejores fiestas para él y su familia.

Pero surgió un imprevisto.
Algo que no estaba preparado. Algo trágico.

Mientras conducía preso de la emoción, ilusionado, un perro cruzó la carretera y el hombre quiso esquivarlo para evitar atropellarlo.
Giró el volante bruscamente mientras pisaba el freno. Las ruedas rugieron arañando el asfalto y el vehículo comenzó a elevarse saltando por los aires a causa de la velocidad que llevaba. Golpeó con el techo sobre la carretera y siguió girando varias veces hasta quedar detenido junto a un árbol. El hombre se había golpeado fuertemente en varias partes del cuerpo, incluida su cabeza, que recibió un impactó brutal al salir despedido del coche. No llevaba el cinturón de seguridad y su cuerpo fue expulsado. Atravesó el cristal y volvió a golpearse en la cabeza contra la carretera, partiéndose el cuello y muriendo en el acto.

El perro huyó asustado perdiéndose en la oscuridad de la noche.
Unos payasos esperaban el momento señalado para entregar los regalos.
Los músicos afinaban sus instrumentos esperando la ocasión.
El cuerpo de un hombre vestido de Papa Noel yacía inerte en mitad de la carretera mientras la lluvia golpeaba su rostro con violencia y sarcasmo.
Dos niños esperaban sentados en la mesa la llegada de su padre.
Una mujer miraba por la ventana esperando escuchar la bocina del coche de su marido, ofreciendo la señal. Ella también tenía una sorpresa para su marido. Se agarró el vientre con las dos manos y sonrió repleta de felicidad mientras seguía mirando hacia el exterior esperando la llegada...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me ha entristecido el cuento,seguro que hay casos que suceden como este espro quien lo lea le haga reflexionar